Hace ya algún tiempo que tenía pendiente explicaros qué es la ansiedad, qué función cumple en nuestra vida y cuáles son los tres tipos de respuesta que tiene. Espero que os ayude a comprender esta emoción desde una perspectiva más racional, cosa que viene muy bien, sobre todo cuando se trata de hablar de miedos irracionales o si padeces algún problema de ansiedad 😉
¿QUÉ ES LA ANSIEDAD?
La ansiedad, simplificándolo mucho, es una emoción de miedo intenso que desencadena tres tipos de respuestas:
- Respuesta fisiológico.
- Respuesta Cognitiva (los pensamientos)
- Resta Motora (el comportamiento)
Esta emoción aparece cuando nuestro cerebro detecte que hay un peligro que nos amenaza. En ese momento se dispara la ansiedad de forma automática e involuntaria.
LA FUNCIÓN BIOPOSITIVA DE LA ANSIEDAD: RESPUESTA DE LUCHA- HUÍDA
La ansiedad en sí misma no es mala. Para algo la tenemos y, desde un punto de vista evolutivo, cumple una función muy importante: ayudarnos a sobrevivir antes los peligros.
Si retrocedemos a la época del hombre de las cavernas cuando el hombre estaba expuesto a otros depredadores, la ansiedad era una grandísimo aliado. Imagina si no hubiesen sentido miedo cuando hubieran visto merodear cerca de su cueva a una leona hambrienta…. Mala pinta tendría el final de la historia, ¿no crees?. Así que, la ansiedad es útil y necesaria para asegurar la supervivencia de la especia ya que prepara a nuestro cuerpo para luchar o huir de un peligro aumentando nuestras probabilidades de seguir con vida.
Otros beneficios de tener un punto de ansiedad moderado:
- Nos ayuda a pensar más rápido.
- Aumenta nuestra capacidad de reacción.
- Nuestros reflejos mejoran.
- Estamos más alerta.
- Mayor atención.
- Mayor concentración.
LOS TRES TIPOS DE RESPUESTA DE LA ANSIEDAD
La ansiedad es un respuesta triple: cognitiva, fisiológica y conductual. Veamos estas tres respuestas por partes:
- Respuesta cognitiva: el pensamiento. Nos preocupamos muchísimo, nos ponemos en lo peor y anticipamos la catástrofe. «Seguro que suspendo», «seguro que me despiden», «ese perro va a morderme», «se reirán de mí si doy mi opinión», «si voy al médico me dirá que tengo cáncer o sida o algo muy grave»… Estos pensamientos son involuntarios, negativos y le damos muchísima credibilidad (de lo contrario no sentiríamos miedo!!) Así que cuando tenemos ansiedad CATASTROFIZAMOS/ ANTICIPAMOS LO NEGATIVO.
- Respuesta fisiológica: las sensaciones corporales. La ansiedad va a producir ciertas modificaciones en el organismo para darle un chute de energía extra para luchar o huir del peligro. Podemos experimentar muchas sensaciones, algunas de ellas son:
- Aumento de la tasa cardíaca: el corazón bombea más rápido para hacer llegar a los músculos mayores niveles de oxígeno y que tengan, de esta forma, más potencia y energía.
- Tensión corporal.
- Aumento de la respiración.
- Sensación de ahogo.
- Visión borrosa.
- Mareo.
- Molestias en el estómago.
- Estreñimiento/diarrea.
- Temblor en brazos o piernas.
- Presión en el pecho.
- Boca seca.
- Sensación de despersonalización.
- Nudo en la garganta.
- Sudor frío.
- Golpes de frío-calor.
- Respuesta Motora (el comportamiento): cuando tenemos miedo el
comportamiento habitual es el de luchar o huir del peligro. Pero cuando hablamos de problemas de ansiedad patológica, la estrategia de huir nunca es una buena opción. Cuando trato de huir, evitar o ponerme a salvo de algo que objetivamente no es un peligro estoy reforzando mi miedo irracional. Estas conductas de seguridad se convierten en parte mantenedora del problema de ansiedad.
¿CUÁNDO SE CONVIERTE LA ANSIEDAD EN UN PROBLEMA?
Hablamos de ansiedad patológica cuando se disparan las alarmas de peligro ante un evento que objetivamente NO es peligroso. Como por ejemplo, perros, gatos, palomas, insectos no venenosos, ratas, espacios abarrotados de gente, miedo a perder el control del cuerpo, a caer enfermo cuando estoy sano, etc…
Es probable que hayas sufrido alguna experiencia traumática en el pasado que haya provocado que asocies un evento, en principio neutro, con algo muy peligroso. O bien, que hayas asociado por aprendizaje observacional temer a ciertas cosas que no son realmente peligrosas.
Es importante explicar que el cerebro no diferencia entre un peligro real, como puede ser un león que corre hacia ti, y una situación que no es peligrosa como por ejemplo, una araña. Así que el nivel de ansiedad podría ser igual de intenso en ambas situaciones.
Espero que os haya sido útil. Si te ha gustado, comparte y dale a «me gusta». Nos leemos en el siguiente post 😉
Sandra Muñoz
Psicóloga Especializada en Ps. Clínica
Despacho: C/Marqués de Sotelo 9, pta 15.
TLF: 660 032 031 sandra.m@cop.es
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