En el anterior post (Fobia social: «Socorro… me dan miedo las interacciones sociales!) vimos qué era la fobia social y cómo afectaba a las personas que la padecen. Hoy veremos por qué se desarrolla este problema y a qué edad suele empezar.
El final de la adolescencia y el principio de la edad adulta es cuando aparece este trastorno, probablemente por que es el momento en el que comenzamos a forjar nuestra identidad y empezamos a participar más activamente en el mundo. Sin embargo, aunque el trastorno aparece pronto, las personas con fobia social suelen tardar mucho tiempo en pedir ayuda profesional, entre 6 y 20 años de estar padeciéndola. Y esto puede ser un problema ya que, a la larga, la propia fobia social puede dar lugar a bajadas muy grandes en el estado de ánimo (tristeza) e incluso depresión clínica. También existe correlación entre la fobia social y el abuso de alcohol y de ansiolíticos (aunque, este último, en menor medida) como una forma de reducir su nivel de ansiedad y malestar dentro de las situaciones sociales a corto plazo, como vimos en el post anterior. Esto no significa que sean adictos necesariamente, sino que utilizan una mala estrategia para solucionar su malestar.
Existen distintas causas para la aparición de este trastorno. Unas veces puede que con una única causa el problema ya se desarrolle, y otras veces, puede ser una mezcla de varias de ellas. Los factores que pueden desencadenar la fobia social son:
– Déficit en Habilidades Sociales (HHSS). Si las personas más próximas a un niño no tienen una buena base en HHSS, el niño imitará esas conductas poco exitosas (socialmente hablando) y crecerá con una carencia a la hora de relacionarse con los demás. Esto le hará ser vulnerable y débil ante situaciones sociales, comenzará a verlas como peligrosas, aversivas, difíciles… su ansiedad se disparará por el miedo que tiene a nó saber qué decir o cómo comportarse y ¡voilà! ya tenemos la fobia social instalada.
Sin embargo, sabemos que no todos los fóbicos sociales tienen déficit en habilidades sociales. Alguien puede ser bueno relacionándose con las personas (es decir, poseer buenas HHSS) y aún así cogerle miedo a las interacciones sociales.
– Experiencia social traumática: si una persona pasa por una situación social lo suficientemente embarazosa, nefasta o fuerte, es posible que, a partir de ahí desarrolle una fobia social, como por ejemplo, una persona que haya sufrido una humillación en público.
– Baja autoestima: la autoestima es el nivel de amor que se tiene hacia uno mismo. Vamos desarrollándola desde la infancia y muchas veces ocurre que no la construimos plenamente. Una baja autoestima es un factor de vulnerabilidad importante a tener en cuenta porque cuando una persona no se quiere, no se gusta, no se acepta, no se valora… «¿por qué van a quererla, aceptarla, valorarla los demás?»… (esto es lo que suelen pensar). Desde esta forma de pensar es probable que la la persona comience a sentirse incómoda, nerviosa, con malestar… al estar con otras personas y esto puede desembocar en una fobia social con el tiempo.
– Creencias erróneas o disfuncionales: existe toda una gama de creencias disfuncionales que vamos aprendiendo desde la niñez a través de la educación de nuestros padres, el colegio, los amigos, la familia, incluso de las películas, libros, canciones… que vulneran mucho nuestra autoestima y afecta a la forma en la que nos relacionamos con el mundo. Pensamientos del estilo «hay que caerle bien a todo el mundo; lo que opinan los demás es más importante que lo mío; no hay que disgustar nunca a nadie; fracasar o cometer un error es algo horrible que no puede pasarme; si ven que estoy nervioso me rechazarán; si me aceptan y me reconocen, entonces me quiero más,…». Este estilo de pensamiento hace que nos quitemos valor frente a la sociedad y que sea más fácil que nos pongamos nerviosos , inseguros y hasta le cojamos miedo al relacionarnos con las personas.
– Estilos educativos en el que se premia ser tímido y se castiga ser espontáneo, expresar opiniones y/o sentimientos y llevarle la contraria a un superior o figura de autoridad (profesores, padres, adultos..) puede ser el detonante de desarrollar miedo a las situaciones sociales, a la vez, que la persona aprende que ser sumisa, tímida y callada es bueno.
Espero que os haya gustado y que os haya arrojado un poco más de luz con respecto a qué es y cómo se desencadena la fobia social. ¡Nos seguiremos leyendo en próximos posts! 🙂