Ya hemos visto qué es la fobia social y cuál es su origen en entradas anteriores. Y tenía pendiente explicaros por qué el problema se mantiene a lo largo del tiempo y la persona no consigue superarlo.
Para ello hemos de recordar que cuando detectamos una amenaza (ya sea una amenaza real o simplemente un miedo irracional) se disparan tres tipos de respuestas.
La Respuesta cognitiva que son pensamientos INVOLUNTARIOS, negativos, catastróficos y que tienen una altísima credibilidad para la persona, es decir, la persona está completamente segura de que si afronta aquello que le da miedo ocurrirá algo malo o terrible. Por ejemplo, en el caso de una persona con Fobia Social cuyo miedo es que se burlen de él o ella podría tener pensamientos del tipo «Seguro que si hago una pregunta en clase haré el ridículo y todos se reirán de mi«.
La Respuesta Fisiológica: taquicardia, sudor, temblor, rubor, presión en el pecho, nudo en la garganta, sensación de que el estómago se encoge, tensión corporal, hiperventilación…. También son INVOLUNTARIAS y nos preparan para luchar o huir de aquello que tememos.
La Respuesta Motora que es VOLUNTARIA, es decir, la persona elige comportarse así y no de otra forma cuando está delante de aquello que le da miedo. Si una persona con miedo social pone en marcha toda una serie de estrategias y comportamientos para ponerse a salvo del peligro y reducir así la sensación de ansiedad o malestar, entonces está llevando a cabo lo que llamamos conductas de seguridad y son precisamente éstas conductas de seguridad, las causantes de que el problema de la fobia social perdure.
Por tanto, es muy importante cómo elijamos comportarnos frente a nuestros miedos ya que será decisivo para que el problema se mantenga y perdure en el tiempo.
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Algunos ejemplos de conductas de seguridad en Fobia Social serían: no hablar para no quedar en ridículo o en evidencia, o por el contrario hablar mucho (para evitar un silencio "incómodo"), no ir a eventos sociales (como fiestas, bodas, reuniones, etc...), tratar de disimular o esconder el nerviosismo o el rubor (con abundante maquillaje, agachando la cabeza, fingiendo que se tiene mucho calor, escondiendo las manos para que no se note el temblor, escapando al cuarto de baño, usando gafas de sol, tomando rayos uva para disimular el rubor...), intentar pensar mentalmente en temas de conversación para no quedarse en blanco, tomar alcohol o ansiolíticos antes de quedar con otras personas (o durante), fingiendo que tiene que irte si intentan entablar conversación con él/ella...
ENTENDIENDO EL MANTENIMIENTO DEL PROBLEMA…
Ana es una chica de 20 años. Estudia Matemáticas. Es Inteligente, callada y siempre ha sido muy tímida. Tiene unas pocas amigas de confianza, pero por lo general, le cuesta mucho hacer amigos nuevos.
Ella tiene mucho miedo a quedar en ridículo, a que las personas se rían de ella y a que la juzguen, por lo que, cuando va a la universidad se sienta sola al final de la clase para pasar desapercibida y para que no le pregunten ni los profesores ni sus compañeros. Suele sacar buenas notas, sin embargo hay una asignatura que se le resiste. Ana tiene miedo a que sus compañeros, o peor aún, su profesora se ría de ella y piense que es tonta. Por lo que no pregunta en clase las dudas que tiene, ni a la profesora, ni a los compañeros. Esto está perjudicando mucho el rendimiento académico de Ana, a parte de su vida social y personal.
Sentarse sola al final de la clase y no preguntar sus dudas son dos conductas de seguridad que Ana pone en marcha voluntariamente para evitar que se produzca su miedo: quedar en ridículo, que se rían de ella y que la juzguen. Al hacer esto, Ana se siente más tranquila, no se pone nerviosa, su ansiedad baja y siente un cierto alivio. Sin embargo, ¿cuál es el problema?
El problema es que las conductas de seguridad no hacen que Ana supere su miedo ya que cada vez que entra en clase su ansiedad se vuelve a disparar ante la perspectiva de que puedan preguntarle o que sus compañeros se acerquen a ella. Así que para reducir su malestar vuelve a recurrir a sus estrategias de siempre, sentarse sola al final del aula y no hacer preguntas a los profesores.
LA TRAMPA DE LA ANSIEDAD
La clave de que la Fobia Social no desaparezca está en el alivio que siente Ana tras efectuar esos comportamientos de seguridad. Dicho alivio es tan reconfortante que la próxima vez que vuelva a dispararse su ansiedad volverá a recurrir a esas estrategias para sentirse mejor. Esto hace que el problema se perpetúe y se enraíce cada vez más. A corto plazo, es cierto que le ayuda a sentirse mejor, sin embargo, a largo plazo el problema se mantiene o empeora.
Este alivio que todos sentimos cuando efectuamos la conductas de seguridad para huir de un miedo irracional es lo que se conoce como la Trampa de la Ansiedad. Si sucumbimos a esta trampa, y no enfrentamos abiertamente nuestro miedo, éste se apoderará de nosotros y nos irá ganando terreno día a día, como le ha pasado a Ana, (que ya ni siquiera habla con los compañeros de clase).
Por tanto, nunca tendremos la oportunidad de demostraremos a nosotros mismos que nuestros peores miedos son infundados. En el caso de Ana nunca comprobará en su piel que su miedo, que es que todos los compañeros del aula, incluida la profesora, se burlen de ella y la juzguen si hace una pregunta en clase, es absolutamente irreal e infundado.