En el anterior post os hablé sobre qué eran las distorsiones cognitivas y expliqué algunas de ellas. Hoy seguiré explicándoos algunas más. ¡Allá vamos!
- Razonamiento emocional: Ej. «Me siento un fracasad@, luego… ¡soy un fracas@!«; «Me siento traicionad@, luego eres un traid@r». Consiste coger nuestra emoción (tristeza, rabia, enfado, celos…) y afirmar que es objetiva y que describe la realidad de manera feaciente, por ejemplo, «Sé que lo que digo es cierto, porque lo siento así«. Sin embargo, esta suposición es incorrecta. Nuestras emociones son el resultado de la interpretación subjetiva que hacemos sobre la realidad. Si caemos en el error de pensar que nuestras emociones describen hechos objetivos y verdaderos estaremos cayendo en el razonamiento emocional.
- «Debería…», «Tengo que…»: Ej. «Debería saber resolver mis problemas con más rapidez», «mi pareja debería saber lo que quiero para mi cumpleaños», «debería ayudarme», «tendría que hacerme caso», «No debería ofenderme o sentirme herido»… Son reglas o normas rígidas sobre cómo creemos que deberían ser las cosas o las personas. Cuando alguién se sale de lo que consideramos que deber ser o hacer aparecen emociones de enfado. Por el contrario, cuando somos nosotros los que incumplimos estas normas autoimpuestas, nos sentimos culpables.
- Culpabilidad: Ej. «Todo lo que ha pasado es por mi culpa…«; «La culpa es de los demás…«. En el primer caso la persona se responsabiliza absolutamente de algo sin tener en cuenta otros factores, personas o circunstancias. Es una sobre-responsabilidad exagerada y perjudicial que mina la autoestima y hace que no veamos con objetividad las circunstancias. En el segundo caso pasa al contrario. La persona no mira su parte de responsabilidad en lo que ha ocurrido y echa balones fuera culpando al resto del mundo de sus circunstancias o pesares. Esta venda no le permite enfocarse en buscar soluciones o cambios personales que podrían ser muy positivos para mejorar una situación.
- Falacia de recompensa divina: Ej. «Tengo que dar lo mejor de mí porque algún día me lo devolverán»; «Tienes que hacer lo que te pido porque yo he estado ahí siempre que lo has necesitado». Todos los gestos son interesados y se hacen para obtener una recompensa inmediata o futura, por tanto, no hay altruismo. Cuando la persona no obtiene dicha recompensa se frustra y enoja.
- Tener razón: Ej. «Yo tengo la razón y tú estás equivocad@«; «Yo nunca me equivoco«. Cuando entramos en luchas de poder y queremos estar por encima del otro porque sí, sin escuchar sus argumento o palabras, estamos incurriendo en esta distorsión cognitiva. Es una actitud obstinada de creer en todo momento que estamos en lo cierto y que nuestra perspectiva es la real y verdadera.
- Etiquetas globales: Ej. «Eres un torpe»; «Soy aburrido»; «Eres un cerebrito», «Eres un tacaño», «Es mala persona». Cuando vemos uno o dos rasgos de personalidad en alguien (o en uno mimo) y la cogemos como si éso la definiera estamos etiquetando sin tener en cuenta que la persona es muchas más cosas. Este fenómeno se ve muy claro en las escuelas, los niños enseguida tienden a poner etiquetas a sus compañeros («Torpe»; «gafotas»; «ratón de biblioteca»….). Los profesores también pueden icurrir en estos errores cuando catalogan a los alumnos por una única virtud o debilidad («Este niño es un incompetente«, «Este es brillante«).
Psicóloga Sandra Muñoz, CV-12460
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